A veces sentimos que no somos los propietarios de nuestra vida, que dependemos de los deseos caprichosos del destino o de los demás. Otras nos sentimos los dueños de cada instante ¿Cuál es la verdad?

Como siempre, ambas cosas son verdad. Todo depende de lo que permitas que ocurra al afrontar lo que te pasa:
No importa lo que nos pasa. Lo que importa es lo que pensamos y decimos sobre las cosas que nos suceden.

Comentaba hace unas semanas en el blog a cuenta de tenerife que somos dueños del tiempo. Lo hablaba con mi amigo Miguel cuando hice el cambio; en ese momento acababa de empezar y tenía la agenda con bastantes huecos para mí. «Has comprado tiempo. Ahora eres tu jefe y puedes hacer lo que quieras con tu tiempo» me comentaba en una comida en Madrid. Me había cogido el día para comer con él y con Guillermo, dos personas de esas que merecen la pena.

Y esta semana pasada en sesión con un ejecutivo comentábamos que ahora empieza a ser capaz de cogerse alguna tarde libre con su mujer. Ha trabajado duro entre semana y los fines de semana durante muchos años, y aún hoy lo sigue haciendo. Hay muchas presiones: el ejemplo, el que dirán, y sobbre todo darse permiso a uno mismo para estar una tarde para sí mismo, o sin tener que hacer nada en concreto.

La vida y el trabajo y nosotros aprendemos a estar todo el rato haciendo. Compartí con el mi experiencia. Es un cambio de hábito. En mi transformación hacia el coaching no les llegué a contar, o quizás sí lo hice, a Miguel y Guiller lo mucho que me costaba tomarme ese día. Aunque no tuviera clientes mi mente se encargaba de recordarme todo lo que podía hacer: diseñar productos, labor comercial,…. el caso es que es un entrenamiento. Me enseño un amigo que cuando eres emprendedor «Cuando tienes tiempo sin nada que hacer a corto descansa que luego siempre viene la ola y cuando hay trabajo lo sacas metiendo las horas que hagan falta.