Durante las vacaciones he estado practicando “no ser superman“. Salí a correr con un amigo descubriendo nuevos paisajes y comenzamos a subir una pequeña montaña. La carrera se alargó más de lo previsto ya que ambos queríamos llegar a la cima para disfrutar de su vista, tenía que ser maravillosa.

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Comenzamos a alargar 5 minutos más, otros más, la siguiente curva….y la cima parecía no llegar nunca. El sol comenzaba a calentar y nuestros cuerpos comenzaban a avisarnos de que el entrenamiento era mucho más de lo que habitualmente hacemos. En un momento de lucidez uno de los dos hizo de coach y ayudó a que tomáramos la mejor decisión, nos pusimos un tiempo límite y si no veíamos la cima nos daríamos la vuelta, aún nos quedaba el mismo recorrido en sentido inverso.

La cima tenía que ser preciosa, digo tenía porque no llegamos a verla; la imagino con un sol espléndido de fondo, un valle con cientos de tonalidades verdosas, salpicado por pequeñas casas en torno a ríos y pequeños lagos, con una cordillera de fondo llamándonos a buscar nuevos retos. Imaginarla tan preciosa es lo que me motiva para seguir entrenando y conseguir verla el año que viene.

El clown no se rinde nunca, tiene un objetivo en mente y va por él con todas sus energías. No lo suele conseguir a la primera así que sabe levantarse y buscar nuevas estrategias para conseguirlo, entrenará más o entrenará distinto pero nunca dejará de intentarlo. Mantiene una interesante paradoja: “no tiene límites pero sí se fija unos limites que no ha de sobrepasar nunca” por eso me encanta el clownching.

Y tú ¿tienes límites o te fijas límites?