Venía de paseo como ya describí en el primer post del año cuando al parar y observar el paisaje me dí cuenta de que había tres burros mirándome. Les había visto al inicio del paseo, cada uno a lo suyo mordisqueando hierba; ahora estaban los tres perfectamente alineados, como desfilando, orientados hacia mí, mirándome como si esperaran una señal mía. Esperé unos instantes a ver si miraban otra cosa o se despistaban ; incluso miré detrás de mí, quizás miraban algo hacia ese lado. No, todo indicaba que me miraban a mí. ¿Que tenía yo de especial?
Tras un rato pensando me di cuenta de qué era. Nada, yo no tenía nada de especial. O todo, según se mire. Simplemente pasaba por allí y al mirarles les mostré mi interés y ellos lo notaron, me miraban buscando mi atención, mi compañía.
Y entonces caí en la cuenta de que los burros son animales, como las personas, y por tanto seres sociales. Necesitan que alguien se interese por ellos, aunque sea sólo con una mirada y con una silenciosa compañía. Así que muestra un poco de interés por quienes te rodean, basta con una mirada, con acercarte a su lado e interesarte por lo que hacen, cómo y por qué lo hacen, una palmada en el hombro o incluso un guiño.
Verás como te lo agradecen, aunque pienses que son unos burros!