El mundo animal está muy relacionado con el coaching. Charlando con un amigo sobre nuestra etapa universitaria me confesaba lo mala que le había parecido su facultad, una de reconocido renombre nacional. Ahora bien, al finalizar sus estudios él siempre hablaba muy bien de ella porque le interesaba que estuviera bien considerada, le daba más valor a su título e incrementaba sus posibilidades laborales.
Me recordó la historia del caballo que un señor mayor trataba de vender a un joven:
Señor: Es un pura sangre, da paseos gráciles sin descanso, es muy dócil con su amo y sus amistades, es limpio y no requiere de mucho gasto de mantenimiento. Creo que sería un buen caballo de competición y podrías incluso ganar algún premio. Me deshago de él porque no tengo espacio en mi rancho, ya no estoy con fuerzas para sacar a menudo a pasear a este único ejemplar y lo necesita. Son sólo 1.000 € no quiero ganar dinero
Joven: Con todo eso que me cuentas te lo compro sin pensarlo – Y se lo llevó a casa. Al cabo de unas semanas se volvieron a encontrar y el señor, como no, le preguntó por el caballo
Joven: Un desastre, no corre ni se deja montar, me ha dado dos coces, es un cochino, caga y mea en cualquier parte y encima hace un ruido horrible día y noche, apenas pego ojo. Yo no se si será culpa mía o todo lo que me contaste no era cierto, empiezo a pensar que eran mentiras.
Señor: Joven, como sigas hablando así no creo que vendas esa burra
Así que cuando alguien te hable muy bien de algo comprueba si tiene beneficio de esas palabras, así evitarás que te vendan más burras cuando lo que necesitas son caballos.