Pasan las navidades y nos acordamos del peso. Llega la primavera y nos preocupa el peso. Llega el verano y otra vez el peso. Empezamos septiembre y……esta vez sí que quito este peso de encima.
Hace unos días encontré en mi camino una báscula, de las de antes. Me llamó la atención, soy un nostálgico.
En los días posteriores me visitaron varias emociones al hilo del peso. Me hice una pregunta de esas que tardas varios días en contestar ¿Qué pesos llevo encima?
Llevamos muchas cargas encima. Algunas nos las han puesto otros y fue hace mucho: no te enfades, no seas egoista, no hagas el ridículo, tú no vales para bailar, el deporte no es lo tuyo, etc. Otras nos las hemos puesto nosotros mismos: tengo que hacerlo muy bien para que estén orgullosos, si agrado a los demás caeré mejor, tener éxito es tener mucho dinero, etc.
Llevamos una enorme mochila, llena de piedras pesadas que nos hacen ir encogidos; nos hacen sentir pesados; provocan que vayamos más despacio de lo que podríamos ir. Y lo peor es que nos hemos acostumbrado. Nos parece normal tener dolor estómago cuando se acerca el jefe, hemos asumido que aunque suene la música que más me emociona no bailo en público, casi no nos duele cuando nos hacen una faena en público y nos «tragamos» la mala leche.
Lo cierto es que soltarlas no es tarea fácil. Lo primero es mirar qué hay en la mochila. Cada uno la tenemos diferente, unos más grande, otros más pequeña; unas están abiertas y otras cerradas; unas llenas de piedrecitas y otras con grandes rocas.
Y después de mirar….como todo en la vida, empecemos por el principio. Es un trabajo de autoconocimiento y crecimiento personal. Piedra a piedra se hizo la muralla china. Piedra a piedra iremos vaciando la mochila y aligerando nuestro peso, sintiéndonos más libres y avanzando más rápido para llegar más lejos.
Date prisa, mientras vas vaciando algunas otras piedras se van metiendo. Cuanto antes empieces mejor.
¿Qué hay en tu mochila?