La vida en común es difícil. En las comunidades de vecinos se pone de manifiesto; es tema habitual de conversación lo raro o antipático que es algún vecino. De hecho cine y televisión suelen retratarla caricaturizando los roces y las rencillas. Parece que nadie estuviera a gusto con su comunidad.

Pues bien, la mía es la mejor del mundo. La excepción que confirma que es posible llevarse bien; solo hay que proponérselo. Y cuando se consigue es maravilloso, la unión de una comunidad genera un sentimiento de pertenencia en el que es fácil pedir ayuda y uno esta encantado de ayudar cuando se le necesita.

Un ejemplo fue la última final de copa del Athletic de bilbao. En una comunidad con un extranjero, un hincha del Valencia, otro de Pamplona y otro que no le gusta el fútbol supimos entender la importancia del momento y nos unimos para apoyar al Athletic.

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Tener una comunidad de vecinos así es posible cuando todos lo desean y se escuchan todos los puntos de vista entendiendo que siempre hay una solución que puede dar cabida a todas las necesidades.

Este post es un homenaje a Patri, Alberto, David, Sonia, María, Iker, María, Koldo, Vero, Izare, Haritz, Ohiane, Enaitz, Oier, Jon Bego, Aner, Asier, Ainara, Izaro, Eider, Edu, Mónica y Leire. Gracias a todos por compartir vuestras sonrisas.