El pasado viernes me pasó un pequeño imprevisto que me dió bastante que pensar. Sufrí un pinchazo en la bicicleta. ¡Vaya faena!

Suelo utilizar la bicicleta para desplazarme por la ciudad, sobre todo cuando tengo prisa. Había quedado con unos amigos, llegaba muy justo de tiempo cuando pinché. Automáticamente pensé “Qué mal momento para pinchar!!! ¿No podría haber pinchado otro día?”

El caso es que pensando las cosas fríamente me di cuenta que bastaba enviar un Whatsapp para que me esperaran un poco y la situación quedaba controlada. Y es que hay situaciones para las que no encontramos nunca un buen momento: tener un hijo, tomarse una excedencia, hacer un master, comprar un piso o cambiar de trabajo son iniciativas con alto riesgo, que requieren una gran dedicación y algunas renuncias importantes. Y algunas veces las tomamos sólo cuando no queda más remedio.

¿Y qué pasa una vez tomada la decisión? Nada, generalmente no pasa nada; al menos nada malo. Nos esforzamos en que todo salga bien y acaba saliendo bien. 

Por eso es importante que nos hagamos la pregunta ¿Y qué pasaría realmente si tomara hoy la decisión? Si no eres capaz de dar ese paso busca en tu entorno un coach que te ayude a dibujar el camino, o al menos un buen amigo o familiar que te aporte un punto de vista diferente al tuyo. Desde fuera las cosas se ven claras más fácilmente.