Esta semana he tenido varias experiencias que me han llevado a echar la vista atrás.

En el coaching individual te llegan los clientes a los que estás preparado para acompañar o los que tienen algo que enseñarte. En este caso algunos clientes me han recordado mi pasado cercano, hábitos que tenía y de los que me he ido desprendiendo poco a poco. Y estoy orgulloso de ello.

Uno de los equipos con los que trabajo realizó un trabajo precioso y se dieron cuenta de que celebraban poco sus éxitos. Se atrevieron a parar, levantar la cabeza y echar la vista atrás para admirar todo lo que han conseguido.

El fin de semana tuve la oportunidad de compartir una sesión de supervisión de coaching para el Instituto Europeo de Coaching, escuela donde inicié mi formación en Coaching hace ya unos años. La sesión la dirigió magistralmente Daniel Torres un crack con la capacidad para conducir con suavidad hacia el aprendizaje.

Había en la sesión 8 personas amantes del desarrollo personal que están ya llegando al final de la formación. Con su pasión, sus miedos, sus inseguridades y todas sus fortalezas. Aún inconscientes de todo lo que ya saben. Generosamente me dejaron ser testigo de su progresión. Todos tenían algo que les hacía únicos: su intuición, su manejo de los silencios, su creatividad. Para muestra este precioso dibujo que Fran utilizó para motivar a su cliente.

Al verles a ellos me he visto a mí mismo hace unos años cuando estaba en esa situación. Con ilusión, con ganas, con proyectos, con miedos, con muchos miedos, muchísimos miedos. Y he dedicado unos minutos a echar la vista atrás y sorprenderme con los miedos que no están y han dejado paso a otros; con los proyectos que hoy son una realidad y los que están en curso; con la ilusión y pasión que se mantiene intacta aún; y con nuevos sueños. Han sido unos momentos para celebrar los éxitos conseguidos, pocos o muchos siempre son dignos de celebrar..

 

Y tú, cuando echas la vista atrás ¿Qué ves?