Este fin de semana largo he tenido la oportunidad de ir al cine con la familia y amigos. Me encanta ver las películas de dibujos, su forma de dar la vuelta a las cosas y ver siempre el lado cómico y positivo de las cosas. Aprendo mucho para mis gags de clown y clownch.

En este caso ví Home, dulce hogar. No la recomiendo para nada, me costó extraer alguna cosa buena, con mucho tesón la encontré. Los personajes, pequeños seres extraterrestres, cambiaban de color en base a las emociones que sentían. Si mentían se ponían verdes, enfadados eran rojos, animados multicolores y asustados amarillos.

¿Te imaginas cómo sería el mundo si las emociones que sintiéramos se reflejaran en nuestro color? No habría mentiras, sabrías que con quien hablas se ha enfadado si has dicho algo inoportuno, percibiríamos claramente que alguien está animado y el ánimo positivo se nos contagiaría más rápidamente.

Es más, sería más fácil conocernos a nosotros mismos. A veces pasa que sentimos inquietud y malestar y no sabemos exactamente qué es, se mezcla el miedo con los celos, la envidia, el enfado, la tristeza….qué maravilloso sería tener ese detector de emociones que le pusiera un color a cada una. Sería algo más aburrido aunque ya encontraríamos otras formas de animarnos.

Mientras tanto tenemos que conformarnos con escuchar atentamente a quienes nos rodean. Lo que dicen, cómo lo dicen, su lenguaje corporal en forma de mirada, caminar, etc. Y con todas esas señales interpretar cómo está y así poder entender mejor lo que dice y hace. Igualmente, tendremos que seguir mirándonos al espejo cada mañana y preguntarnos ¿Cómo estás hoy? ¿Con qué emoción te has levantado hoy? Y según la respuesta podrás abordar mejor los retos del día e incluso podrás cambiar lo que tenías previsto. Si sabes en qué estado de ánimo estás podrás decidir si es el que necesitas o si bien tienes que intentar cambiarlo. Fácil de decir ¿no?

Para que me sea más fácil a partir de mañana yo voy a cambiar la pregunta por ¿De qué color estás hoy?