Esta semana he tenido la oportunidad de disfrutar de una sesión fantástica de coaching somático con el Instituto Strozzi. Organizada por Arise, del Grupo Nexe, lograron convocar un grupo de coaches extraordinario. El objetivo: avanzar hacia el liderazgo a través del cuerpo.

Hemos trabajado con el cuerpo y escuchado qué información tiene para decirnos. Desde que escribí en El Equilibrista el capítulo «Escucha las señales» vengo intentando escuchar al cuerpo, sentir qué me pasa y cuándo. Este fin de semana ha sido un gran paso.

Todos tenemos respuestas condicionadas ante lo que sentimos como una agresión. Y una agresión puede ser algo tan poco agresivo como que nos lleven la contraria o invadan lo que consideramos nuestro espacio vital. En esos momentos entra en funcionamiento nuestra respuesta automática, la que tenemos integrada de forma inconsciente. Y ahí puede que utilicemos alguna de estas:

  • Atacar. Lo que algunos consideran como la mejor defensa. Aquí el conflicto es inevitable.
  • Escapar. Huyes y te evades del problema. Aquí el conflicto queda sin resolver.
  • Congelarse. Te quedas quieto, en tu caparazón. El conflicto te lo comes, para mí es el mismo efecto ya que luego solemos somatizarlo y nos aparecen patologías «por estrés». A mucha gente va al estómago, espalda, cervicales o dolores de cabeza. También a veces aparece como alteración del sistema nervioso.
  • Complacer. Acabamos con una sonrisa, sometiéndonos. Tiene un efecto parecido al anterior, aunque el nivel de agresividad baja al ceder ante lo que ocurre.

Cuando eres capaz de escucharte y detectar cuáles son tus respuestas automáticas, y cuándo aparecen puedes pasar a la siguiente fase preguntándote:

  • ¿Cuándo aprendi e integré en mi cuerpo esta respuesta?
  • ¿Hasta qué punto me sigue siendo útil?

Y con eso podemos decidir si la mantenemos o cambiamos. Si miras a los conflictos que sueles tener seguramente descubrirás ahí alguna respuesta automática que no te ayuda.

Cuando escuchas a tu cuerpo ¿Qué te dice?