«Donde el silencio se oye…» ese es el lema del restaurante Mendi Goikoa, un sitio fantástico tanto por la comida como por el paisaje. Hace tiempo que no lo visito pero esa frase me encanta. Y es cierto, la paz que se respira ante esas montañas es difícil de describir; probablemente el silencio que hay sea una de las claves.

Esta semana la he pasado en Santander y alrededores trabajando la orientación al cliente. Y, como en casi todos los talleres, la escucha tiene un papel vital: sólo si escuchas al cliente podrás entender qué necesita. Dentro de los factores que trabajamos para mejorar la escucha estos días me ha visitado el silencio; me vino a ver en forma de afonía. Acabé los talleres con mucho esfuerzo y mucha paciencia de los asistentes (gracias a tod@s por ser tan majos y atentos). Algunas reflexiones sobre el silencio:

  • Generalmente estamos incómodos ante el silencio. Nos han enseñado a evitarlo ¿Recuerdas qué te decían de niño/a cuando se producía un silencio?
  • Es fundamental para la escucha. Cuando alguien termina una frase, si se produce un silencio es probable que siga contando lo que para él o ella es importante. Si hablas seguido puede que derives la conversación a cosas menos interesantes para quien hablaba.
  • Cuando no hay silencio hay interrupción. Es decir, en una conversación no puedes empezar a hablar justo cuando acaba de hacerlo tu interlocutor. Por tanto, tiene que producirse un silencio. En caso contrario estás empezando a hablar cuando aún no han terminado.
  • Cuando hay silencio se potencian otros sentidos como la vista. Estamos más atentos al lenguaje corporal de la conversación y ahí encontramos mucha información interesante. Es una buena forma de conocer a las personas, de generar confianza.
  • Como ejercicio te propongo este pequeño cambio en tu actitud en las conversacones: cuando acaben de hablar practica a «moderte la lengua» durante 1 o 2 segundos antes de decir nada. Verás que efecto más fantástico.

Mi afonía me ha obligado a practicar el silencio «a lo bruto». El efecto ha sido alucinante porque en casa han sido los días más tranquilos. Había menos ruido, los niños hablaban más bajito como imitándome, he dedicado más tiempo a escuchar a todos y eso con los peques ha sido un bálsamo. Mi reto es seguir practicando esta semana, esta vez sin afonía ;-). La buena noticia es que conseguirlo depende exclusivamente de mí, de mi actitud, así que el éxito está en mi mano.

Y tú ¿En qué momento oyes el silencio?