Crear emociones en quienes nos rodean, en nuestros clientes, es vital para mantener viva la relación, para fidelizar. Y no es nada fácil ¿O sí?

La semana pasada fui con mi familia a Asturias y reservamos una actividad que me descubrió lo fácil que puede ser crear emociones. Se trata de La ruta del Quesu y la sidra, en Asiegu. Pensaba que iba a ser algo normal y me sorprendió en los pequeños detalles, acabé pensando que era un caso de estudio analizar como han transformado un restaurante en una actividad lúdica para familias de la que sales enamorado.

Empiezan con una introducción y luego te acompañan a ver el proceso de elaboración del queso de Cabrales. En el camino te explican como funciona una quesería, después hacen varias paradas explicando como se organizaba la comunidad agrícola y ganadera asturiana. Por último visitas una cueva donde maduran los quesos. En los detalles esta la diferencia:

  • Al empezar piden que seas crítico, que de esas críticas mejoraron mucho al principio
  • En el camino cuentan anécdotas y lo intentan relacionar con otras culturas, para que los visitantes se sientan identificados
  • Tienen un cupo por visita para favorecer la participación. Grupos muy numerosos se convierten en «oyentes», no son avariciosos
  • En el restaurante te explican todos los platos que vas a catar, mejor que en algunos sitios con mucho renombre
  • Obligan en la comida a asientos corridos, favorecen el contacto entre los participantes
  • Tras la comida brindan su agradecimiento, y un aplauso de todos, a las cocineras. ¿Habrán asistido al último curso de coaching?
  • Con los postres generan la emoción con un precioso vídeo con un poema y la canción de Victor Manuel «Asturias»
  • Al acabar finalizan con un GRACIAS por venir de esos  que se ve que son sinceros y salen del corazón

 

Si eres capaz de reproducir estos detalles entonces tendrás a tus clientes emocionados y fidelizados así que comienza a pensar cuanto antes.