Utilizamos la comunicación a diario y en todas las facetas de nuestra vida. Decimos a los demás lo que pensamos y escuchamos qué piensan otros. Solemos pensar bien si lo que vamos a decir causará un efecto positivo o negativo en los demás. Tan importante es lo que vamos a decir como la forma que elijamos para decirlo.

De hecho, seguro que conoces gente que encuentra una forma elegante hasta para insultar. Y es que cuando dices las cosas de la mejor manera posible consigues que tu interlocutor ponga el foco en “el qué” le quieres decir y se olvide “del cómo”. Generalmente es “el cómo” el que genera las emociones más negativas y cuando logres llevar toda la atención al qué se producirá la magia y tus conversaciones ayudarán a mejorar tanto a los demás como a tí mismo.

Un ejemplo es este breve cuento que encontré por Internet:

Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes.
Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

– ¡Qué desgracia Mi Señor!, exclamó el Sabio.
Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.

-¡Qué insolencia!, gritó el Sultán enfurecido.
¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado.

Éste, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
-Señor, gran felicidad está por venir. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.

Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.

Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
-¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

-Recuerda bien amigo mío, respondió el segundo Sabio, que todo depende de la forma en que lo digas

Esta semana ¿Qué vas a hacer para encontrar la mejor manera de decir las cosas?